La piel atópica afecta al 15% de los niños y puede disminuir considerablemente su calidad de vida. No hay remedio contra esta enfermedad, solo podemos ayudar a prevenir los brotes y evitar que la piel sufra: ropa de algodón, cremas y jabones sin tóxicos y unas pautas concretas pueden ayudar a aliviar los picores y la sequedad de la piel. Afortunadamente, el 70% dejará de ser atópico cuando crezca.
Independientemente que se sufra piel atópica o no, exponer a un bebé o a niños de corta edad a productos de higiene agresivos puede fomentar la aparición de eccemas, alergias, piel atópica y posibles futuros problemas de salud. Por este motivo los expertos alertan cada vez más sobre la necesidad de utilizar cosméticos libres de tóxicos: la piel tiene mucha memoria y desde el primer día queda afectada por el tipo de cosmético que utilicemos.
Qué es la piel atópica, dermatitis atópica, eccema o eczema
La piel atópica, también llamada dermatitis atópica, eccema o eczema es el problema crónico más común de la piel tratado por dermatólogos pediátricos. Afecta al 15% de los niños, el 65 % de los cuales desarrollan síntomas antes cumplir un año de edad y cerca del 90 % antes de los cinco años. La mayoría de los niños dejarán de ser atópicos cuando crezcan, porque su piel se hace más gruesa y menos sensible: muchos niños consiguen superar la piel atópica a los cuatro años y otros cuando llegan a ser adultos jóvenes, aunque su piel continúa siendo seca y sensible. Solo un 30% tendrán eczema toda la vida.
La dermatitis atópica no es tan solo una alergia ni es contagiosa. Los bebés y niños con piel atópica tienen una piel más seca de lo normal con poca secreción de grasa. Es esa capa de grasa la que debería proteger a los pequeños frente a elementos irritantes con los que tienen contacto todos los días. La piel entonces reacciona con eccema o prúrigo. Un eccema o eczema es una inflamación de la piel seca con descamación y picor. Un prúrigo es la aparición de puntos de picor e inflamación de la piel en forma de granitos.
Como se trata de un problema crónico de la piel, los síntomas aparecen y desaparecen, con períodos en los que los síntomas empeoran llamados exacerbaciones o brotes. Los síntomas más comunes son piel seca, enrojecida y con picazón y sarpullidos secos o supurantes.
Estudios recientes demuestran que el eccema es una forma hereditaria de sensibilidad de la piel que se daenlas familias con una historial del eccema o de otras afecciones alérgicas, como el asma y la fiebre del heno. El 30% o el 40% de los bebés que presentan eccema tienen una mutación genética en las proteínas que mantienen la humedad de la piel y la protegen de los alérgenos.
Educación del paciente y su familia
Según la Asociación Española de Pediatría, los padres y/o familiares deben ser educados en la dermatitis atópica, de forma que comprendan la enfermedad. Esto colabora a tranquilizar el ámbito familiar y, con ello, a mejorar la calidad de vida.
Tienen que comprender que no hay cura milagrosa, que se trata de una enfermedad crónica inflamatoria que no tiene tratamiento curativo, pero que va a mejorar con la edad y que su duración y las molestias que produce pueden reducirse considerablemente realizando el tratamiento y los cuidados de la piel adecuados.
El tratamiento debe formar parte de la rutina diaria de la familia e implicar al niño en sus cuidados.
Cómo cuidar la piel de bebés y niños con piel atópica
Estas son algunas medidas que te ayudarán a cuidar la piel de tu bebé con dermatitis atópica para minimizar los brotes y las agresiones a la piel. Lo ideal es evitar el contacto con productos y elementos irritantes y ser muy metódico con las pautas:
Usar fibras suaves y naturales como 100% algodón en su ropa y sábanas, sin colorantes.
Lavar la ropa y el hogar con detergentes y productos limpiadores sin tóxicos agresivos para la piel, colorantes ni fragancias.
Reducir el polvo y los ácaros en su ambiente: cama, peluches, armarios y estanterías, alfombras, cortinas, etc. Ventilar todos los días.
Quitar el sudor con habituales baños cortos y tibios, y cambiar la ropa y calcetines sudados con frecuencia.
Para los baños, usar geles para pieles sensibles y no usar siempre jabón si hacemos varios baños al día para eliminar el sudor.
Secarse bien tras el baño con toallas de algodón y sin frotar la piel.
Evitar el cloro del agua de las piscinas.
Evitar alimentos que favorezcan los brotes, como los que son ricos en histaminas, sustancias que actúan en nuestro cuerpo como mediadores de la inflamación alérgica. Los más habituales son el chocolate, la vainilla, los frutos secos, embutidos, quesos curados y alimentos enlatados.
Mantener la piel hidratada para reponer la capa protectora de grasa que su piel no tiene de forma natural con productos cosméticos como geles, cremas hidratantes o lociones corporales específicos para pieles atópicas.
Evitar que el niño se rasque la piel para evitar que empeore y mantener las uñas cortas y sin asperezas.
El estrés y los nervios también pueden desencadenar un brote, así que otra medida es mantener un ambiente tranquilo y enseñar el niño a relajarse.
Solicitar al pediatra pruebas de alergia con el fin de descartar desencadenantes.
Debemos distinguir estas medidas del tratamiento que se debe aplicar cuando aparecen los brotes. En ese caso, se debe acudir al pediatra y aplicar tratamientos con prescripción médica, como antihistamínicos, antinflamatorios y cremas con hidrocortisona.
La fina y sensible piel de los bebés es más vulnerable a productos tóxicos
La piel de un bebé es su órgano más grande y es diez veces más fina que la de los adultos, lo que significa que absorbe más substancias en su torrente sanguíneo. Sus glándulas sebáceas no están completamente desarrolladas y sus células se dividen rápidamente, haciendo su piel aún más sensible a las toxinas de ADN. Por eso es tan importante usar productos hipoalergénicos, sin tóxicos y testados dermatológicamente para reducir la posibilidad de reacciones alérgicas.
Cada vez hay más madres y padres concienciados sobre la toxicidad de ciertos productos. El organismo internacional Enviromental Working Group (EWG), la Federación Internacional de Ginecología y Obstetricia (FIGO) y recientemente la ONU alertan sobre el peligro de la exposición y el uso de productos químicos tóxicos.
Además del uso de los insecticidas en la alimentación, también hay ingredientes ocultos en cosméticos y productos de cuidado corporal, incluidas las toallitas y cremas para bebés, como formaldehído, ftalatos, conservantes como el Metilparabeno y el Methylisothiazolinone, o el carcinógeno óxido de etileno y el 1,4-dioxano.
Ingredientes naturales e hipoalergénicos para cuidar la piel del bebé
Como ya hemos visto, la piel tiene memoria y es muy vulnerable en los bebés y niños de corta edad. Por eso es tan importante cuidarla desde el primer día y evitar su exposición a productos agresivos y dañinos que pueden favorecer la aparición de reacciones alérgicas y piel atópica.
En GU te proponemos usar productos de higiene y de limpieza hipoalergénicos con ingredientes naturales procedentes de la agricultura ecológica, cuidadosamente elaborados para no causar irritaciones en las pieles más sensibles.
Los productos de higiene GU para bebés te ayudarán a prevenir irritaciones, alergias y otros problemas dermatológicos. No contienen parabenes, fenoxyethanol, jabones alcalinos, alcohol, colorantes, perfumes, SLES ni PEG. Incluso las toallitas y los pañales ecológicos son 100% naturales y biodegradables.
Y no olvides liberar tu hogar de componentes tóxicos con productos de limpieza respetuosos con su delicada piel. Te aconsejamos probar los detergentes ecológicos de GU, ya que usamos tensioactivos de origen vegetal, rápidamente biodegradables, con fórmulas testadas dermatológicamente y que no contienen ingredientes químicos nocivos.
Fuentes:
Martorell Aragonés A, Martorell Calatayud A. Actitud ante el niño afecto de dermatitis atópica. Protoc diagn ter pediatr. 2013;1:25-36
Martin Mateos MA. Guía de tratamiento de la Dermatitis Atópica en el niño, 2.a ed. Documen- to de consenso. Grupo de expertos. Barcelona: Ergon; 2012.
Bieber T. Atopic dermatitis. N Engl J Med. 2008;358:1483-94.
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La piel atópica afecta al 15% de los niños y puede disminuir considerablemente su calidad de vida. No hay remedio contra esta enfermedad, solo podemos ayudar a prevenir los brotes y evitar que la piel sufra: ropa de algodón, cremas y jabones sin tóxicos y unas pautas concretas pueden ayudar a aliviar los picores y la sequedad de la piel. Afortunadamente, el 70% dejará de ser atópico cuando crezca.
Independientemente que se sufra piel atópica o no, exponer a un bebé o a niños de corta edad a productos de higiene agresivos puede fomentar la aparición de eccemas, alergias, piel atópica y posibles futuros problemas de salud. Por este motivo los expertos alertan cada vez más sobre la necesidad de utilizar cosméticos libres de tóxicos: la piel tiene mucha memoria y desde el primer día queda afectada por el tipo de cosmético que utilicemos.
Qué es la piel atópica, dermatitis atópica, eccema o eczema
La piel atópica, también llamada dermatitis atópica, eccema o eczema es el problema crónico más común de la piel tratado por dermatólogos pediátricos. Afecta al 15% de los niños, el 65 % de los cuales desarrollan síntomas antes cumplir un año de edad y cerca del 90 % antes de los cinco años. La mayoría de los niños dejarán de ser atópicos cuando crezcan, porque su piel se hace más gruesa y menos sensible: muchos niños consiguen superar la piel atópica a los cuatro años y otros cuando llegan a ser adultos jóvenes, aunque su piel continúa siendo seca y sensible. Solo un 30% tendrán eczema toda la vida.
La dermatitis atópica no es tan solo una alergia ni es contagiosa. Los bebés y niños con piel atópica tienen una piel más seca de lo normal con poca secreción de grasa. Es esa capa de grasa la que debería proteger a los pequeños frente a elementos irritantes con los que tienen contacto todos los días. La piel entonces reacciona con eccema o prúrigo. Un eccema o eczema es una inflamación de la piel seca con descamación y picor. Un prúrigo es la aparición de puntos de picor e inflamación de la piel en forma de granitos.
Como se trata de un problema crónico de la piel, los síntomas aparecen y desaparecen, con períodos en los que los síntomas empeoran llamados exacerbaciones o brotes. Los síntomas más comunes son piel seca, enrojecida y con picazón y sarpullidos secos o supurantes.
Estudios recientes demuestran que el eccema es una forma hereditaria de sensibilidad de la piel que se da en las familias con una historial del eccema o de otras afecciones alérgicas, como el asma y la fiebre del heno. El 30% o el 40% de los bebés que presentan eccema tienen una mutación genética en las proteínas que mantienen la humedad de la piel y la protegen de los alérgenos.
Educación del paciente y su familia
Según la Asociación Española de Pediatría, los padres y/o familiares deben ser educados en la dermatitis atópica, de forma que comprendan la enfermedad. Esto colabora a tranquilizar el ámbito familiar y, con ello, a mejorar la calidad de vida.
Tienen que comprender que no hay cura milagrosa, que se trata de una enfermedad crónica inflamatoria que no tiene tratamiento curativo, pero que va a mejorar con la edad y que su duración y las molestias que produce pueden reducirse considerablemente realizando el tratamiento y los cuidados de la piel adecuados.
El tratamiento debe formar parte de la rutina diaria de la familia e implicar al niño en sus cuidados.
Cómo cuidar la piel de bebés y niños con piel atópica
Estas son algunas medidas que te ayudarán a cuidar la piel de tu bebé con dermatitis atópica para minimizar los brotes y las agresiones a la piel. Lo ideal es evitar el contacto con productos y elementos irritantes y ser muy metódico con las pautas:
Usar fibras suaves y naturales como 100% algodón en su ropa y sábanas, sin colorantes.
Lavar la ropa y el hogar con detergentes y productos limpiadores sin tóxicos agresivos para la piel, colorantes ni fragancias.
Reducir el polvo y los ácaros en su ambiente: cama, peluches, armarios y estanterías, alfombras, cortinas, etc. Ventilar todos los días.
Quitar el sudor con habituales baños cortos y tibios, y cambiar la ropa y calcetines sudados con frecuencia.
Para los baños, usar geles para pieles sensibles y no usar siempre jabón si hacemos varios baños al día para eliminar el sudor.
Secarse bien tras el baño con toallas de algodón y sin frotar la piel.
Evitar el cloro del agua de las piscinas.
Evitar alimentos que favorezcan los brotes, como los que son ricos en histaminas, sustancias que actúan en nuestro cuerpo como mediadores de la inflamación alérgica. Los más habituales son el chocolate, la vainilla, los frutos secos, embutidos, quesos curados y alimentos enlatados.
Mantener la piel hidratada para reponer la capa protectora de grasa que su piel no tiene de forma natural con productos cosméticos como geles, cremas hidratantes o lociones corporales específicos para pieles atópicas.
Evitar que el niño se rasque la piel para evitar que empeore y mantener las uñas cortas y sin asperezas.
El estrés y los nervios también pueden desencadenar un brote, así que otra medida es mantener un ambiente tranquilo y enseñar el niño a relajarse.
Solicitar al pediatra pruebas de alergia con el fin de descartar desencadenantes.
Debemos distinguir estas medidas del tratamiento que se debe aplicar cuando aparecen los brotes. En ese caso, se debe acudir al pediatra y aplicar tratamientos con prescripción médica, como antihistamínicos, antinflamatorios y cremas con hidrocortisona.
La fina y sensible piel de los bebés es más vulnerable a productos tóxicos
La piel de un bebé es su órgano más grande y es diez veces más fina que la de los adultos, lo que significa que absorbe más substancias en su torrente sanguíneo. Sus glándulas sebáceas no están completamente desarrolladas y sus células se dividen rápidamente, haciendo su piel aún más sensible a las toxinas de ADN. Por eso es tan importante usar productos hipoalergénicos, sin tóxicos y testados dermatológicamente para reducir la posibilidad de reacciones alérgicas.
Cada vez hay más madres y padres concienciados sobre la toxicidad de ciertos productos. El organismo internacional Enviromental Working Group (EWG), la Federación Internacional de Ginecología y Obstetricia (FIGO) y recientemente la ONU alertan sobre el peligro de la exposición y el uso de productos químicos tóxicos.
Además del uso de los insecticidas en la alimentación, también hay ingredientes ocultos en cosméticos y productos de cuidado corporal, incluidas las toallitas y cremas para bebés, como formaldehído, ftalatos, conservantes como el Metilparabeno y el Methylisothiazolinone, o el carcinógeno óxido de etileno y el 1,4-dioxano.
Ingredientes naturales e hipoalergénicos para cuidar la piel del bebé
Como ya hemos visto, la piel tiene memoria y es muy vulnerable en los bebés y niños de corta edad. Por eso es tan importante cuidarla desde el primer día y evitar su exposición a productos agresivos y dañinos que pueden favorecer la aparición de reacciones alérgicas y piel atópica.
En GU te proponemos usar productos de higiene y de limpieza hipoalergénicos con ingredientes naturales procedentes de la agricultura ecológica, cuidadosamente elaborados para no causar irritaciones en las pieles más sensibles.
Los productos de higiene GU para bebés te ayudarán a prevenir irritaciones, alergias y otros problemas dermatológicos. No contienen parabenes, fenoxyethanol, jabones alcalinos, alcohol, colorantes, perfumes, SLES ni PEG. Incluso las toallitas y los pañales ecológicos son 100% naturales y biodegradables.
Y no olvides liberar tu hogar de componentes tóxicos con productos de limpieza respetuosos con su delicada piel. Te aconsejamos probar los detergentes ecológicos de GU, ya que usamos tensioactivos de origen vegetal, rápidamente biodegradables, con fórmulas testadas dermatológicamente y que no contienen ingredientes químicos nocivos.